Hace poco, planteé en una conocida red social una sencilla pregunta que, a tenor del interés suscitado, casi sugeriría la conveniencia de diseñar un estudio en profundidad sobre el tema.
La pregunta, que ahora os traslado aquí, iba dirigida principalmente a escritores y escritoras y les proponía el simple ejercicio de imaginar si su última novela o relato podría sostenerse del mismo modo, si tendría el mismo sentido, si se cambiara el sexo del personaje protagonista. Es decir, sustituir a un hombre por una mujer o viceversa.
Evidentemente, no se trataba de realizar ningún ejercicio de travestismo ni de convertir relaciones heterosexuales en homosexuales o a la inversa, por lo que, en buena lógica, también deberían modificarse el sexo de aquellos personajes secundarios que fuera preciso, manteniendo el mismo tipo de relación planteada.
Aunque muchos de vosotros y vosotras no seáis escritores, os invito a practicar aquí el mismo ejercicio con, por ejemplo, la última novela que hayáis leído.
Para mi sorpresa, el primer resultado de la consulta fue el elevado número de respuestas: más de treinta escritores y escritoras contestaron a la pregunta. Pero aún más llamativa fue la diversidad de sus respuestas.
Es evidente que pocas conclusiones pueden extraerse de algo que no contaba con el rigor mínimo necesario para considerarse un estudio —empezando por la escasa representatividad de la muestra y por la diversidad de las obras a las que se referían—, pero sí hubo algunos puntos que llamaron mi atención y que paso a enumerar.
En primer lugar, predominó quienes asumían que sus obras no podrían funcionar del mismo modo (o incluso resultarían imposibles) si se cambiara el sexo de sus personajes: el 53 % optó por esta respuesta. Por el contrario, casi un 37 % contestó que sus relatos serían exactamente iguales, y un 10 % estimó que en unos casos sería factible y en otros no.
Curiosamente, las diferencias por sexo apenas se dejaron notar: solo fue ligeramente superior el porcentaje de hombres que pensaba que su texto funcionaría exactamente igual independientemente del sexo del protagonista.
Más revelador resultó el somero análisis cualitativo de las respuestas: quienes consideraban inviable el cambio ofrecían argumentaciones más extensas, y en ellas se apreciaban diferencias claras entre los motivos esgrimidos por hombres y por mujeres. Todo ello aconsejaría realizar un estudio en profundidad que permitiera extraer conclusiones sólidas.
En todo caso, dejando al margen esta consulta —que no merece más calificativo que el de divertimento—, lo cierto es que los sesgos de género en la literatura están por todas partes, empezando por los propios datos de publicación y lectura, donde persiste la paradoja de que, siendo muchos más los hombres que publican, son más las mujeres que leen.
Según datos del Ministerio de Cultura, en 2022 el 60 % de los libros editados a nombre de un único autor correspondía a hombres, mientras que las mujeres firmaban el 40 % restante. Por el contrario, casi un 70 % de las mujeres lee en su tiempo libre, frente a un 59,5 % de los hombres.
Cabe preguntarse qué leen unos y otras. Según declaraba en 2024 Antonio M.ª Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores, en una entrevista concedida a El Confidencial, las mujeres muestran una mayor proporción de lectoras de revistas y de libros, mientras que los hombres leen más periódicos, cómics, webs, blogs, foros y redes sociales. Centrándonos en la novela —lo que más leen ambos sexos—, parece que los hombres prefieren la novela negra y la ciencia ficción, y evitan la romántica, mientras que a las mujeres les gusta la romántica, pero sobre todo la novela histórica.
No he encontrado ningún estudio fiable que analice si las mujeres leen más a autoras y los hombres a autores, pero tengo la clara intuición de que así es. Quienes mejor podéis responder a esa pregunta sois vosotros y vosotras: basta con revisar vuestra biblioteca o la lista de vuestras últimas lecturas.
En cualquier caso, parece claro que existe una “feminización de la lectura”, tanto por el mayor número de lectoras como por el constante incremento de escritoras. Eso explicaría lo que me comentaba uno de los autores consultados, quien afirmaba que, en la actualidad, algunas editoriales empiezan a rechazar manuscritos bajo el argumento de que lo que se lleva ahora es que los personajes principales sean mujeres y no hombres.
Ahí dejo estos datos, esperando que seáis vosotros y vosotras quienes saquéis vuestras propias conclusiones.
Como digo, no hay estudios fiables que corroboren lo que se intuye, pero en esta encuesta se ofrecen algunas claves que demuestran que, si bien las mujeres leen a hombres y mujeres, Los varones sólo optan muy mayoritariamente por leer a otros hombres.
https://agendapublica.es/noticia/19931/brecha-genero